Teresa Forcades

“No iría a ninguna manifestación defendiendo que el matrimonio fuera exclusivamente entre un hombre y una mujer”

Teresa Forcades
Monja benedictina y médico
Berlín / Montserrat


Quizás una de las personas más interesantes que me ha acompañado en la confección de este libro es Teresa Forcades, elevada al mito de la erudición monástica catalana, aclamada por las nuevas generaciones cercanas a lops mass media en Catalunya, monja erudita y sabia. En una de sus estancias en Barcelona me da la mano, cálida pero delicada, y sonríe como quien ve niños jugar. Sus opiniones como mujer, como monja, como médico, son de gran validez para entender cómo una parte del catolicismo progresa en su discurso hacia opciones más inclusivas, sin perder la esencia.

¿Se puede ser buen cristiano, y vivir con plenitud la propia homosexualidad?
 Sí.

Es muy contundente en su respuesta.
Sólo puede responderse “no” si se considera que la homosexualidad es una desviación, una enfermedad o algo similar. Y no es el caso. Hoy en día ni tan siquiera la Iglesia lo considera así. Lo que pasa es que la Iglesia Católica exige a los cristianos homosexuales que sean célibes. Que se hagan sacerdotes, entonces. Evidentemente, aquí hay una controversia. ¿Cómo se puede convencer a alguien que está llamado a ser célibe si él o ella no siente esta llamada en su interior? Ya es suficientemente difícil hacerlo cuando sientes esta llamada, ¿Cómo puede pedírsele, si la persona no ha hecho esa experiencia personal, que el celibato pueda tener sentido para ella?

Algunos consideran, igualmente, que la finalidad del matrimonio es una: la procreación, y por lo tanto todo aquello que salga de eso es moralmente reprobable y no es cristiano.
En la Encíclica Casti connubii del Papa Pio XII encontramos la relación interpersonal también como finalidad de la relación sexual dentro del matrimonio. La Iglesia no ha prohibido nunca el matrimonio a las mujeres que ya no están en edad de procrear. Esto es el que tendría que haber hecho si la única finalidad del matrimonio fuera la procreación, ¿no le parece? Es evidente que la sexualidad tiene una vertiente interpersonal que afecta nuestra identidad.

Hay también la tendencia a considerar la familia como a objetivo final del hombre.
El referente de la identidad familiar es el primero, el punto de partida, la familia como base de cierta estructura social, pero no es el punto de llegada. En toda la historia ha habido cierta tensión en este aspecto. La familia no es el marco final de la persona, sino que lo es la comunidad, con la que interactuamos y nos relacionamos. Porque todos, y cada una de nosotras, está llamada a actualizar un potencial único que la hace ser una concreción en el espacio y el tiempo del amor y la libertad únicos de Dios. Dios es nuestro referente último, no los padres. Dios no tiene sexo ni género, no es hombre ni mujer. La pregunta final que debemos hacernos, y sobre la que debemos reflexionar es ¿cuál es el lugar de la sexualidad en la antropología teológica?

Gran parte de la iglesia, sin embargo, sigue considerando la homosexualidad una perversión.
Hay una parte de jerarquía que tiende a demonizar la homosexualidad porque el esquema mental que tienen no es compatible con las relaciones homoeróticas. Muchos otros tienen parientes o amistades homosexuales y se dan cuenta que esta postura no responde a la realidad, que no puede justificarse. Por honestidad, no se atreven a decir que es una patología. Por eso, la Iglesia opta por un mensaje a medio camino: se acepta que la homosexualidad pueda ser un don querido por Dios, pero se afirma que va ligado a un llamamiento al celibato. Creo que es una situación insostenible. 

Quizás la jerarquía es más cerrada que las parroquias, en este sentido.
Depende de las parroquias. En general, el contacto con las necesidades pastorales hace que la gente entienda mejor la realidad y en el tema de la homosexualidad eso lo cambia todo.

¿Y el mensaje de la jerarquía no aleja a los homosexuales de la Iglesia?
Las dificultades no nos alejan de una causa. Si uno tiene fe, la tiene aunque la jerarquía opine públicamente desde una perspectiva distinta. La experiencia personal viene desde un encuentro íntimo con Jesús. Como ejemplo le diré que los esclavos negros de América del Norte recibieron la educación cristiana de manos de muchos pastores que predicaban el mensaje de Jesús, y justificaban la esclavitud porque así lo quería Dios. Esas personas, en vez de alejarse del cristianismo, cuando pudieron leer la Biblia se dieron cuenta que eso que les habían dicho los predicadores, en la Biblia no lo decía en ninguna parte. La hicieron suya, y lucharon por transformar las condiciones injustas.

Las posiciones más inclusivas, sin embargo, se justifican diciendo que el mensaje de Jesús era el amor. ¿No es una posición reduccionista?
Que Jesús es amor, nadie se lo negará. Pero con decir eso no es suficiente. Hay que trabajar la antropología teológica, y desde la Iglesia hacer una nueva relectura del sexo. Creo que reducir el mundo a conceptos masculinos o femeninos es muy pobre.

Todos tenemos algo de masculino y algo de femenino.
No es exactamente eso. Cualquier identidad sexual, sea homosexual, heterosexual, transsexual, la que sea es un punto de partida a partir del cual llegamos a ser inclasificables. Todo ello tiene mucho que ver con la relación única con Dios, con el hecho de ser cada uno de nosotros una pieza única.

La imagen de la Iglesia en la televisión no ayuda a hacer visible que hay una Iglesia que piensa como usted.
Quizás es verdad que lo que sale en la televisión no es del todo real. Pero no se trata de que la Iglesia deba dar una buena imagen, sino de que todos los que somos Iglesia y nos sentimos cristianos sepamos encontrar nuestro encaje dentro de ella.

Hay otras iglesias más inclusivas que la católica, incluso comunidades de católicos independientes.
Hay personas que se sienten llamadas a separarse de la Iglesia católica, y hay quien nos sentimos llamados a seguir formando parte de ella, pero no porque sea la mejor, sino porque el proyecto de Dios es para todos, así que lo más importante es que trabajes por el Reino, y da igual donde lo hagas, porque al final todos, cada quien con sus particularidades, seremos Uno.

Pues se les escapan de las manos.
En general hay la imagen de que la Iglesia y su jerarquía lo quieren controlar todo, y eso provoca que se devalúe la imagen de la Iglesia católica.

Estas Iglesias cristianas más inclusivas, a menudo protestantes, han favorecido la entrada de las mujeres en el sacerdocio, han abierto puertas que estaban cerradas.
Han abierto algunas y han cerrado otras. Cuando yo entré en la Iglesia católica encontré un espacio que son los monasterios que en otras iglesias habían eliminado hace mucho tiempo, y encontré también la figura de María valorada en algunos aspectos que otras Iglesias habían suprimido. Los monasterios han funcionado a lo largo de la historia como espacios alternativos por lo que se refiere a la vivencia de los roles de género. No podemos decir que las Iglesias protestantes hayan tratado mejor a las mujeres que la católica. Mi monasterio, como tantos otros, funciona en el día a día de forma autónoma como comunidad de donas regidas por una abadesa, donde las mujeres vivimos sin ningún hombre, en una continuidad ininterrumpida desde el siglo XIII. Es verdad que hoy en día, en la Iglesia anglicana y en algunas iglesias protestantes las mujeres pueden ser consagradas sacerdotes, o obispos, y que la católica aún no lo permite. Pero eso no implica que estas iglesia sean necesariamente mejores para las mujeres. 

¿Qué piensa del matrimonio homosexual?
Históricamente, cuando un hombre se hacía mayor recibía bienes de dos tipo: el patrimonio que le legaba su padre y que eran bienes muebles e inmuebles, y el matrimonio, que no era otra cosa que la posesión de una mujer. Con todo ello quiero decir que no se trata de ningún problema terminológico, ni etimológico, ni se trata de preservar la pureza de ninguna palabra. Yo no iría a ninguna manifestación a defender que el matrimonio fuera exclusivamente entre un hombre y una mujer.

A algunos sacerdotes les pregunto qué responderían si se les acerca una persona que quiere confesar que es homosexual y que se siente culpable.
Si esta persona cree que Dios le acusa de cometer un pecado por el simple hecho de ser homosexual debería hacer un trabajo de liberación de esta culpa, ya que no tiene sentido. Yo creo que tampoco tiene sentido que el acto sexual homosexual en si mismo sea pecado. Creo que el acto sexual homosexual debe valorarse con los mismos parámetros que el heterosexual.